Vivimos en una sociedad que parece hundida en un trance hipnótico. Durante la Segunda República, un escándalo determinado por el regalo de unos relojes de oro y algo de pesetas (de ahí surgió la famosa palabra "estraperlo") concluyó con la caída del gabinete (y que el partido culpable, el Radical, no levantase más cabeza en la política). Ahora nadie se habría mosqueado, e incluso los agraciados mostrarían con desparpajo su nuevo reloj frente a las cámaras.
Sólo queda la protesta sin eco frente a los caraduras del poder. Por si alguien tuviera duda, por favor que lea este artículo y después piense que manera tan cómoda tiene la administración para gastar el dinero.
Pero no pasa nada, sólo esperar, un poco, hasta el próximo escándalo... mientras tanto falta el dinero para los servicios públicos esenciales (basta con visitar "Urgencias" en cualquier gran hospital, para darse cuenta). Sólo encogerse de hombros y comentar con el vecino que "¡esto es una barbaridad!".
Ce que parler veut dire Pierre Bourdieu
Hace 2 días
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