Antoine de Saint Exupery

"La perfección se consigue, no cuando no hay nada más que añadir, sino cuando no hay nada más que quitar."

1 ene 2011

Un mundo estable, hirviendo a fuego lento.

Un principio de año siempre es bueno para reflexionar. Esto de los "años" es arbitrario, pero pasar pasan, tanto importa que fijemos su inicio en enero, febrero o mayo. Lo anterior me permite recordar que, para los que estamos en esta parte del mundo, siempre hemos vivido inmersos en un ideología, en una manera de pensar y percibir el mundo, que siendo tan pero tan "natural" hace siglos que se ha convertido en un substrato inconsciente de la mente colectiva: el cristianismo.
Incluso los revolucionarios más ateos no han podido desprenderse de ella. Han refutado la idea del cielo o el infierno después de la muerte, pero a condición de trasladar ambos a esta vida. En el fondo siguieron siendo predicadores y profetas, a la vieja usanza con ropajes nuevos.
Todas las ideologías que han surgido por este barrio se fundan en el cristianismo, y es que no hay manera de partir sin establecer como punto inicial un puerto, sea éste artificial o silvestre.
Pero se da el caso que al mundo lo hemos cambiado, como especie, mucho más de lo previsible e incluso de lo imaginable, y así es que, por más rabia que dé, las "certezas" son provisionales, los "valores" son hojas al viento y los problemas humanos están girando en círculos cada vez más estrechos.
No importa cuanto nos aferremos a viejas etiquetas y a dioses familiares, el tiempo trabaja en contra.
El fenómeno Bin Laden, y la rabiosa protesta contra el mundo moderno que representa el musulmán airado, ya se vislumbra, pocos años después, como el parto de los montes. Ni el terrorismo, ni el integrismo, ni las iglesias, ni los partidos, ni los estados, ni las empresas, ni el deporte, ni las universidades, ni el ecologismo tienen posibilidades reales de modelar el futuro que tendremos. Todos juntos aportan un poco más de caos, pero el cardumen humano, desde la distancia, se observa como una masa que circula siguiendo sus propias leyes, girando ora a izquierda o derecha, para arriba o para abajo, siempre cambiante en sus reflejos plateados, mientras los depredadores esperan su momento.
Las brujas de Macbeth están contentas, no lo dudo, mientras remueven su caldero; en la espesa sopa contemporánea las mejores ideas se achicharran y las peores también.
Hay por supuesto una repetición latosa de viejas "verdades" y de tópicos estúpidos que justamente subsisten porque son pura cáscara (como la "felicidad" que nos deseamos mutuamente cada vez que toca hacerlo), pero el camino que seguimos ni lo sabe ni lo adivina nadie.
En este curioso mundo actual se necesitan, por lo menos dos brújulas para orientarse... eso sí, a condición que una apunte siempre hacia el norte magnético, y la otra, exactamente a su contrario.