Antoine de Saint Exupery

"La perfección se consigue, no cuando no hay nada más que añadir, sino cuando no hay nada más que quitar."

10 oct 2009

El Estado protector

El caso Gürtel sacude al principal partido de la oposición. El caso Millet sacude a Cataluña, y el partido del gobierno no tiene en estos momentos una gran estrella en el mundo del dinero negro y la prevaricación, pero es una pura casualidad, ya que las ha tenido y probablemente en algun momento del futuro también tendrá su espacio en la prensa. El poder corrompe; esto es algo sabido, pero sin embargo seguimos creyendo que porque hay políticos decentes... todos los políticos lo son.
No se trata, no es el caso, de ir contra la política ni contra los partidos políticos, ni siquiera contra el poder. Lo estamos reclamando cada día cuando queremos más protección legal, más subvenciones para nuestra particular situación, más intervención del gobierno para evitar la crisis y el paro, más tribunales para evitar la violencia de género, más normas para que los niños estén protegidos, más... siempre hay algo que merece un poco de protección (y cuanta más protección más difícil de tragar, más injusto, resulta el caso de quien se queda fuera del sistema). Estamos viciados por el poder, y sólo falta que aceptemos, conscientemente, el peaje que hay que pagar cuando los ciudadanos no se preocupan de la política (salvo en el momento de votar).
¿Quieres subvención? Toma ¡dos tazas! una para tí y otra para mí. Nadie puede quejarse de no recibir alguna ayudita del Estado, y por lo tanto el Estado y sus organizaciones perifericas reparten y reparten, y hay demasiado dinero en juego como para llevar el control de todo. Cuando miles de millones de euros van de aquí para allá es natural que algo se caiga en un bolsillo bien dispuesto. ¿No le parece?

2 comentarios:

  1. Me gusta mucho esa idea de que estamos viciados por el poder. Tanta fábula conque a medida que avanza la historia el ser humano nos vamos liberando de no sé cuántas cadenas, y al final resulta que hasta los pescadores necesitan al Estado armado hasta los dientes para protegerles de la agresión de un grupo de africanos con fusiles ametralladores.
    Pues sí, estamos viciados por el padre Estado. Me parece muy interesante esa "línea de reflexión", que diría un académico. Sobre todo si viene suscrita por un anarquista. El Estado, sin haber dejado de ser un instrumento de coerción (en ciertos aspectos necesaria) para los seres humanos, ahora ejerce mucho de instrumento de sostenimiento. Imagínense los miles de funcionarios (¿o serán millones?) innecesarios que viven (vivimos) del Estado o de sus proyecciones autonómicas. Súmense los dineros que se emplean en pagar (y callar la boca) a artistas, periodistas, futbolistas, banqueros, parados... Es increíble lo que un Estado es capaz de acumular para luego repartir, incluido lo que se reparte bajo manga en corruptelas y corrupciones. ¿Habrá algún estudio sobre los presupuestos reales del Estado? Para mí, el problema más grave del Estado es que, como sigan las cosas así y se tuerzan sólo un poco, emergerá una desconfianza hacia él que puede convertirse en violencia destructiva. Y sin el Estados, no podemos vivir. ¿O sí?

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  2. Comulgamos del mismo sentimiento: nos preocupa el Estado y tanta protección (que por otro lado es bastante imperfecta ya que en lo realmente necesitamos es poca y es mucha en lo que podríamos arreglarnos o sólos o con nuestra gente).
    En estos días, en España, donde aflora tanta información sobre la corrupción de políticos y empresarios sería bueno que nos preguntáramos por el coste de cada reglamento, ordenanza o ley.
    Cada vez que el Estado establece una norma, tiene que generar el aparato para hacerla cumplir, y simultáneamente los controles para que ese cumplimiento se haga sin aprovechar a particulares... porque... ahí está la "madre del borrego". El que aplica la norma tiene la potencialidad de prevaricar con ella, y sólo un sistema de rígidos y eficaces controles pueden evitar eso.
    Por lo tanto cada norma requiere aumentar el Estado en una proporción que nunca calculamos, pero sí vemos el resultado: ¡Cada vez más Estado! ¡Y dónde hay Estado no está el individuo! O sea, para decirlo en buen romance: el Estado es necesario, pero mucho Estado nos reduce al nivel de hormigas. Pensemos un poco en esto.

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