Antoine de Saint Exupery

"La perfección se consigue, no cuando no hay nada más que añadir, sino cuando no hay nada más que quitar."

15 jun 2010

La crítica de la crítica

El anarquismo, como toda teoría (o ideología) que pretende cambiar la realidad es básicamente una serie de enunciados contrafácticos eslabonados de manera coherente.
De esta clase de razonamientos hacemos todos los días, incluso los niños pequeños los realizan en cantidad, más hay una clase específica que se agrupa bajo un nombre común: utopía. "El concepto utopía designa la proyección humana de un mundo idealizado que se presenta como alternativo al mundo realmente existente, ejerciendo así una crítica sobre éste."
Bien, el anarquismo es una utopía, cosa evidente, por otro lado. Pero, hay diferentes clases de utopías: imposibles, posibles, probables ... Quizá el último grupo sea, como se dice en matemáticas, un "conjunto vacío", ya que si bien es posible pensar en una utopía, algunos opinan que es imposible pensar una "utopía probable".
La cuestión es compleja. ¿En que nos basamos para afirmar que una idea es imposible? Evidentemente lo es sí supone atribuír a los seres humanos facultades absurdas. Una sistema ideológico que se base en la propiedad de los humanos en atravesar los objetos sólidos sin sufrir daños, ni siquiera un rasguño, es imposible. Esto lo sabe perfectamente un niño de cinco años, como diría Groucho Marx. Y, pregunto, ¿un sistema ideológico que se base en la bondad natural humana, es también imposible?
La pregunta tiene miga, porque si contestamos afirmativamente a ésta, viene a resultar que la mayoría de las ideologías políticas de izquierda son plenamente utópicas... de la clase de las "imposibles".
Todo empezó con Rosseau y su aceptación, progresiva, en el mundo europeo posterior. Su afirmación básica de que «El hombre es bueno por naturaleza» recuerda a la ya citada de la facultad humana de atravesar paredes y montañas. Sin embargo ha tenido un gran éxito.
Si el hombre es bueno, por naturaleza, y resulta obvio que en nuestro mundo no es así, algo debe haber interferido brutalmente. Y ese "algo", la sociedad explotadora e injusta, es la causa. Suprimid la causa perversa y no tendréis el efecto indeseado. El ser humano, situado en condiciones óptimas, adecuadamente protegido desde su más tierna infancia, desarrollándose en una sociedad donde se premie al mejor y al que más trabaja, sin privilegios de cuna, de raza, de religión o de lengua, surgirá libremente resplandeciendo con su bondad original.
Para mi resulta muy asombroso que una teoría tan alejada de cualquier experiencia humana crítica, haya tenido tanto éxito. Basta compartir, por sólo unos meses, un "Jardín de infantes", o de observar el comportamiento de los jóvenes de "buena familia", en condiciones adecuadas, para empezar a albergar grandes dudas sobre las virtudes innatas o las consecuencias inevitables de una buena educación.
Y el anarquismo del siglo XIX se basa, al igual que el socialismo utópico y el marxista, en este supuesto; ignorando gravemente toda la experiencia humana anterior.
Dejád a los hombres que se administren libremente y florecerán las cooperativas, las asambleas democráticas, los soviets participativos que excluyen toda camarilla egoísta. Romped las cadenas del capital y no habrá prostitutas ni hombres que quieran comprar un minuto de amor; las guerras dejarán de existir, la rapiña de los poderosos quedará sin soporte real y la hermandad entre los pueblos de la tierra florecerá, porque así lo quieren las madres, los trabajadores y también su descendencia.
Bueno, parece cosa de un cuento de hadas, sin embargo estas ideas tuvieron un gran éxito, y además los que las portaban consideraban que la "religión" era el opio de los pueblos y que dónde hay una vela libertaria siempre aparece un cura que sopla su débil llama.
Visto en perspectiva la locura de nuestros antepasados parece evidente, pero ¿y que hacer con nuestra locura actual?
Un psiquiatra francés, cuyo nombre ahora lamentablemente no recuerdo, dijo una vez, aludiendo a los comunistas, que éstos "practican el pensamiento científico estudiando el clan primitivo y el pre-científico estudiando a la Unión Soviética".
¿Por qué no aplicar la crítica, a la crítica, a ver si resiste el embate de los hechos?
Es evidente que existe el imperialismo entre países, el capitalismo rapaz (sobre todo el financiero), guerras por intereses económicos, dictaduras religiosas, etc. etc, pero ¿qué alternativas se proponen a lo malo que nos circunda?
Aquí hay un problema. Los críticos más acerbos de nuestra sociedad aciertan en describir sus lacras; más a la hora de proponer soluciones no van más allá de algunas utopías o propuestas que se basan, ¡otra vez!, en las mismas ideas de Rosseau y sus seguidores. Más educación, más igualdad, menos explotación... y todo esto marchará sobre ruedas. Oscilan entre el tremendismo utópico o la solución ininteligible que se mantiene justamente porque a nadie le interesa entenderla (¡Ya llegará el tiempo para ello!)

¿Aplicamos la crítica a nuestra crítica? ¡Qué queda entonces!

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